Nutrir las plantas siempre ha sido un desafío para la Agricultura.
Las primeras fuentes de alimento para el cultivo han sido los propios suelos que ofrecen su potencial mineral originado en las rocas madres y su componente orgánico (material que procede de lo vivo), derivado de los seres vivos que en ellos existe.


Además el suelo es sostén físico de la planta.
Suelo virgen y abonos orgánicos son ancestralmente conocidos por agricultores. ¡Póngale bosta «m‘hijo!». Estiércoles de todo tipo de bicho han servido a tal fin: Vicuña, cuis, vaca, caballo, conejo, cabra, chancho y hasta el propio ser humano.
Pero también, dependiendo del ecosistema en que habitara el agricultor, otros podían ser los abonos orgánicos, como restos de cultivos, algas, turba, polvos de roca, harinas de carne y de hueso… Simplemente se trata de reciclar la materia orgánica/mineral y cerrar el ciclo Alimentos- Humano-Materia Orgánica-Alimentos.
La versión más evolucionada (en cuanto a equilibrio de nutrientes del abono obtenido) es el compost
Sopa agrícola
En los montes, las selvas, los bosques el ciclo natural está cerrado. La vida se autoreproduce.
Las plantas y toda la vida que las rodea muere y alimenta el suelo, que alimenta otras plantas…las suaves neblinas, las densas humedades, las transpiraciones y los rocíos, generan un intercambio de substancias nutritivas entre los distintos estratos de vegetación. Las capas serosas de las hojas abren sus estomas dejando entrar- microgotas que fortalecen el crecimiento, al encontrar los nutrientes necesarios que complementan los del suelo


En la medida que la Agricultura evolucionó hacia una producción industrial, se conformaron paquetes tecnológicos, dentro de los cuales estuvieron los fertilizantes sintéticos solubles, que básicamente incluyeron al nitrógeno (N), fósforo ( P) y el potasio (K).
Estos fertilizantes son muy ineficientes energéticamente y generan desequilibrios ambientales y nutricionales para las plantas y quienes las consumimos.
El panorama actual para la Agricultura, es decir para la práctica que permite que nuestras civilizaciones se sustenten (coman, se vistan, se curen, etc.), no es nada alentador.
La erosión de las tierras cultivables está en incremento, los desequilibrios de plagas y enfermedades no se han estabilizado, sin embargo las sustancias tóxicas que se utilizan para combatirlas se han multiplicado, y la matriz energética sobre la cual está sustentada se está agotando.
Efectivamente el petróleo se acabará y toda la agroindustria deberá mudar rápidamente, maquinaria, sistema de transporte, fertilizantes.
Prácticas como la utilización de biofertilizantes constituyen una oportunidad de desarrollar y expandir el potencial productivo de los suelos y brindar una elevada calidad nutricional a los alimentos, sin agredir el medio ambiente. Se puede producir estos biofertilizantes con elementos que existen en el medio de quien esté plantando.
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