
Cuando no se aplican nutrientes, bien de origen orgánico o mineral, la fertilidad del suelo disminuye, y como consecuencia su capacidad
para proporcionar buenas cosechas.
Los ensayos, con y sin fertilizantes, llevados a cabo en muchos países así lo atestiguan. Los más antiguos, con más de 150 años, se sitúan en Rothamsted
(Reino Unido).
Estos ensayos a largo plazo demuestran claramente la acción de los abonos sobre la productividad de los cultivos, sobre todo a partir de los años sesenta, cuando se introdujeron nuevas variedades con mayor potencial genético y se mejoraron las técnicas de protección de los cultivos
NECESIDAD DE LOS FERTILIZANTES
Las últimas predicciones de FAO (Food and Agriculture Organization) indican que para el año 2050 la población mundial será de 9.100 millones de habitantes, frente a las 6.800 millones actuales. Esto representa un incremento del 34% para los próximos 40 años.
Si se analiza el consumo global de cereales previsto para el año 2050, en base a los datos del consumo per cápita que se indica en la figura 1.4, se
estima que para una población de 9.100 millones de personas y un consumo per cápita de unos 340 kg por persona y año, el consumo total será de unos 3.094 millones de toneladas.
Por otra parte, el crecimiento de la superficie agrícola está limitado, ya que las selvas y bosques que aún quedan en el mundo son absolutamente necesarios para mantener el clima del planeta.
Se hace pues necesario mantener e incrementar los rendimientos de los cultivos, empleando técnicas que permitan practicar una agricultura productiva, pero también sostenible, en la que los fertilizantes se empleen de forma racional, con máxima eficiencia y respeto al medio ambiente.
FERTILIZACIÓN ORGÁNICA Y MINERAL
La fertilización racional debe conjugar la utilización de fertilizantes orgánicos y minerales, que se complementan.
Los orgánicos, aunque también aportan nutrientes actúan, sobre todo, mejorando las propiedades físico químicas de los suelos y su actividad biológica, y los minerales, en cambio, aportan la mayor parte de los nutrientes que la planta precisa.
Los abonos minerales permiten producir plantas sanas y vigorosas, que en parte después se incorporan al suelo, manteniendo e incluso elevando su contenido en humus.
Todos los recursos orgánicos que estén al alcance del agricultor (estiércol, purín, restos de cosecha, compost, etc.) deben incorporarse al suelo en cantidades adecuadas, previendo su mineralización y la cantidad de nutrientes que pueden liberar en cada momento.
Estas aportaciones anuales serán tenidas en cuenta a la hora de practicar el abonado mineral.
FERTILIZANTES: UN MEDIO FUNDAMENTAL DE PRODUCCIÓN
La fertilización, para conseguir su máxima eficiencia (producción económica con responsabilidad medioambiental), debe formar parte de un conjunto integrado de prácticas agrícolas orientadas, todas, hacia este objetivo.
Los fertilizantes son un factor más a considerar en la explotación, junto al suelo, variedad, rotación, agua, etc. Y del buen manejo de todos los factores, de su adaptación a las condiciones únicas de cada finca, y del buen hacer del agricultor, dependerá que se obtengan en la explotación agraria unos buenos resultados, tanto económicos como medioambientales.